El término ‘chamán‘, que hoy en día se utiliza para denominar a los vegetalistas que trabajan con plantas maestras, especialmente en Latinoamérica, tiene su origen en Rusia, más concretamente en la vasta región de Siberia, cuna de un animismo milenario que utilizaba la Amanita muscaria como planta -en este caso “hongo”- visionario.
Pero el chamanismo siberiano estuvo a punto de ser aniquilado por la Unión Soviética, especialmente durante el largo y sangriento período en el que Josef Stalin llevó las riendas de la URSS y la represión de los “enemigos de la revolución” acabó con la vida de decenas de millones de personas, una sangrienta purga que tuvo lugar, precisamente, en los campos de trabajo de Siberia, el terrible Gulag. Entre los represaliados estuvieron un número indeterminado, pero que los historiadores calculan del orden de decenas de miles, de chamanes y curanderos siberianos, considerados a partir de los años 30 miembros de una “religión organizada” y, por tanto, enemigos del “pueblo”, esa entelequia encarnada en los soviets y dirigida con puño de hierro por Stalin.
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