Rosa Giove, la mujer que nos enseñó a ser humanos

Rosa Giove, la mujer que nos enseñó a ser humanos

«He cruzado ya el río,

y debo volver a salvo.

Voy a disfrutar la vida

sin olvidarme de la muerte».

Rosa Giove

Durante la tarde de ayer y a lo largo de todo el día de hoy las redes se llenaron de condolencias tras el anuncio del fallecimiento de la doctora Rosa Giove, cofundadora y pilar esencial del Centro Takiwasi, el más veterano y respetado de la selva amazónica, en Tarapoto, Perú. Rosa Giove falleció el 7 de marzo por las complicaciones médicas derivadas de un cáncer contra el que luchó los últimos cuatro meses, según anunció en las redes su hijo Roberto Vecco Giove.

La doctora Giove llegó al corazón de la selva peruana hace más de 40 años, desde su Lima natal, y no tardó en descubrir que sus conocimientos médicos se enriquecían día a día en su consulta gracias a sus propios pacientes, herederos de la medicina tradicional amazónica, «una forma de curar vigente y efectiva», según reconoció en una entrevista años atrás. Este descubrimiento le incentivó a buscar puntos de encuentro entre la medicina moderna y la tradicional «para enriquecer la práctica médica habitual».

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Rosa Giove explica cómo recibió su icaro ‘Ábrete corazón’

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Los icaros (sin tilde, es una palabra llana y proviene del Quechua, “ikaray” significa soplar para curar) son los cantos medicina que se cantan durante las sesiones de ayahuasca para traer la curación. Según la cosmovisión amazónica, el icaro es la manera que tienen las plantas de comunicarse con los humanos, utilizando la música para transmitir su poder curativo.

«El icaro lo recibe el curandero durante las dietas con las plantas, que consisten en ir tomando una planta cada día, cuanto más tiempo mejor, mientras se sigue una dieta sin sal, azúcar, carne y alcohol, en aislamiento y abstinencia sexual. Al cabo de un tiempo el dietador empieza a soñar con el espíritu de la planta y en esos sueños el espíritu le enseña su canto, el icaro de esa planta. Cuando se aprende ese canto se recibe el poder curador de la planta, que se manifiesta cada vez que se canta», me explica Manuel Villaescusa, terapeuta, músico y miembro fundador de la Plantaforma.

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