¿Puede la ayahuasca ayudar a frenar el cáncer?

En tiempos donde la industria farmacéutica y el imaginario espiritual compiten por ofrecer soluciones milagrosas, la palabra “cura” debe ser usada con extremo cuidado. Especialmente cuando se habla de cáncer. En este contexto, la harmina —uno de los alcaloides presentes en la Banisteriopsis caapi, principal componente del brebaje tradicional amazónico— ha captado la atención de la investigación biomédica moderna.

Pero ¿qué dice la ciencia realmente? ¿Hay fundamento para considerar a la harmina como un agente antitumoral? ¿O es solo otra promesa inflada por el entusiasmo psicodélico? Este artículo busca responder desde la evidencia, no desde la esperanza.

¿Qué es la harmina?

La harmina es un alcaloide β-carbolínico con capacidad de inhibir enzimas como la monoaminooxidasa-A (MAO-A), lo que explica parte de su función como inhibidor reversible en el contexto de la ingestión de DMT. Sin embargo, su perfil farmacológico es más amplio.

Estudios recientes han revelado que la harmina puede interferir con procesos celulares clave, como la proliferación celular, la angiogénesis y la reparación del ADN. En términos oncológicos, esto la convierte en una molécula interesante, aunque aún distante de ser considerada terapéutica.

Evidencias preclínicas: ¿Qué muestran los estudios?

Un trabajo destacado de la Universidade Federal de Santa Catarina (UFSC, Brasil) evaluó los efectos de la harmina en líneas celulares de cáncer de mama (MCF-7) y en modelos animales. Los resultados fueron relevantes: inhibición del crecimiento tumoral en un 31%, aumento en la supervivencia de los animales tratados y reducción de la angiogénesis en un 42%. La dosis utilizada fue de 20 mg/kg/día por vía intraperitoneal.

Otro estudio, publicado en Pharmacognosy Magazine, demostró que la harmina induce apoptosis en células de melanoma (B16F-10) y hepatocarcinoma (HepG2), asociándose con estrés oxidativo, fragmentación del ADN y arresto del ciclo celular en fase G2/M (PMID: 26834491).

El mecanismo de acción parece involucrar la inhibición de la quinasa DYRK1A —implicada en la proliferación celular— y la disminución de PARP1, enzima esencial para la reparación del ADN dañado. A su vez, estudios en líneas de leucemia humana (HL60) confirman su capacidad para reducir la viabilidad celular por mecanismos mitocondriales.

¿Milagro vegetal o herramienta farmacológica?

Es aquí donde urge la cautela. Todos los estudios mencionados fueron realizados in vitro o en modelos animales. No existen ensayos clínicos en humanos que avalen el uso de harmina como tratamiento oncológico. Aún más, algunos estudios advierten sobre su potencial genotóxico en ciertas dosis, lo que implica riesgos serios si se extrapola su uso sin control.

Como todo compuesto bioactivo, la harmina no es “buena” ni “mala” en sí misma: su utilidad dependerá del contexto, la dosis, la vía de administración, la interacción con otros compuestos, y especialmente, del tipo de cáncer en cuestión. Cualquier afirmación que sugiera que «la ayahuasca cura el cáncer» es no solo irresponsable, sino peligrosa.

¿Puede tener un rol adyuvante?

Posiblemente. La investigación avanza hacia el desarrollo de derivados sintéticos de β-carbolinas con propiedades más selectivas y menor toxicidad. Algunos grupos experimentales están evaluando la harmina como coadyuvante en quimioterapia, por su potencial para sensibilizar células tumorales resistentes al tratamiento convencional.

También se discute su acción sobre la vía PI3K/Akt, clave en la resistencia a fármacos, y su capacidad de actuar como modulador epigenético. Sin embargo, todo esto permanece en fase experimental.

El riesgo de la apropiación espiritualista

Muchos discursos “neo-chamánicos” y de autoayuda ya circulan en redes sociales sugiriendo que la harmina, por estar presente en la “medicina ancestral”, tendría una sabiduría innata para curar el cáncer. Este tipo de argumentos, además de pseudocientíficos, son éticamente cuestionables.

En Casa Hoaska, nos posicionamos desde una espiritualidad crítica, donde la experiencia sagrada no debe sustituir el rigor de la ciencia médica. Acompañamos procesos de transformación profunda, pero jamás prometemos curas ni sustituimos el tratamiento médico convencional.

Conclusión: lo que sabemos y lo que no

La harmina presenta un perfil farmacológico interesante, con múltiples mecanismos de acción que podrían ser aprovechados en oncología. Sin embargo, en el estado actual de la evidencia, no puede considerarse ni cura, ni tratamiento alternativo. Sí, en cambio, puede motivar la investigación y el desarrollo de nuevas terapias basadas en compuestos naturales.

En última instancia, lo que está en juego no es solo la vida de quien padece una enfermedad oncológica, sino también la credibilidad de quienes trabajamos con plantas sagradas. Y esa credibilidad solo se mantiene si hablamos con verdad, aunque no sea conveniente.

Publicado originalmente por Gustavo Bergoglio en Iguazu Ayahuasca.

Referencias clave:

  • Souza, E.M. et al. (2023). Avaliação antitumoral da harmina em modelos murinos de câncer de mama. UFSC, Brasil. Repositorio UFSC
  • Chao et al. (2015). “Harmina induces apoptosis through mitochondrial pathway in human hepatoma cells.” Pharmacognosy Magazine. PMID: 26834491
  • Arnaiz et al. (2022). “Beta-carbolines in cancer research: from ethnobotany to experimental therapeutics.” Frontiers in Pharmacology.

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