Jordi Riba, el hombre sabio que conoce las plantas (1968-2020)

Este fin de semana supimos del fallecimiento de Jordi Riba, posiblemente el científico que más ha hecho por desvelar los misterios de la ayahuasca. Cuando nos llegó la noticia nos costó creerla: Jordi era un hombre joven y estaba en el cénit de su carrera profesional. Tenía que ser un error.

Pero no lo era: las redes sociales empezaron a llenarse de fotos y mensajes de afecto hacia Jordi Riba y su familia. Jordi no sólo era un puntal en la investigación de la ayahuasca y otros enteógenos, sino una persona querida y admirada allí donde fuera.

Desde la Plataforma de Defensa de la Ayahuasca queremos sumarnos al homenaje a este importante investigador y mejor persona, y para ello hemos pedido unas palabras a dos de sus más estrechos colaboradores en la investigación: la psicóloga clínica Ana Elda Maqueda y Genis Onna, psicólogo e investigador de ICEERS.

Ana Elda Maqueda:

«Conocí a Jordi Riba en Barcelona en el año 2009. Yo era una estudiante de Psicología, y asistí a una charla sobre la farmacología de los psiquedélicos que Jordi estaba impartiendo conjuntamente con José Carlos Bouso. Fue durante aquella conferencia, mientras dos de los más brillantes científicos psiquedélicos del mundo exponían sobre las sustancias que tanto me habían aportado personalmente, cuando decidí dedicar mi vida a la investigación. Aquel encuentro fue clave en mi destino, y comenzó a formar la estructura de quien soy profesionalmente a día de hoy.

Ya entonces me intrigaba especialmente la Salvia divinorum, y decidí comenzar a realizar trabajo de campo en la Sierra Mazateca mientras terminaba la carrera, con el objetivo de ir aprendiendo hasta que pudiera acceder al mundo científico. En 2013, en una conferencia de MAPS en Oakland, me volví a encontrar con Jordi y le comenté acerca de mis investigaciones de campo sobre la Salvia. Me dijo que tenía pensado llevar a cabo estudios con la planta, y que podría hacer un doctorado con él, lo que fue una maravillosa sorpresa para mí: me estaba brindando la oportunidad de cumplir mis sueños. Jordi me recibió con los brazos abiertos en el instituto de investigación de Sant Pau. Llegaba a un mundo fascinante pero que desconocía, con la teoría fresca pero ninguna práctica, y Jordi confió en mi desde el primer momento, guiando mis pasos, me ayudó a sentirme segura en el nuevo entorno, siempre mostrándose cercano y accesible, enseñándome con paciencia, respeto, amabilidad, generosidad, y delicadeza. Realizamos dos experimentos con salvinorina que fueron mi tesis doctoral en farmacología, y otro con ayahuasca. Fueron unas experiencias extraordinarias donde me formé como investigadora y aprendí muchísimo, de su calidez y tolerancia con la diversidad de voluntarios y de opiniones, de su templanza. Compartimos muchas charlas y argumentaciones, risas y anécdotas sobre mis periplos por las montañas mexicanas… muchos buenos momentos, Jordi. Me inspiró enormemente tu coraje y tu persistencia pionera en la ardua investigación con psiquedélicos, tu entrega total hasta la extenuación. Jordi Riba, Chotá-a T chi-née xká, hombre sabio que conoce las plantas, has sido para mí un guía y un maestro de una calidad humana excepcional. Has abierto un camino imparable hacia una verdad humana más grande. Desde la profundidad de mi agradecimiento, deseo que mores en la luz más brillante y pura concebible».

Genis Onna:

«Jordi Riba fue el primer investigador serio en ponerse a investigar la ayahuasca. En primer lugar hay que enfatizar eso: la valentía para enfrentarse a un reto que muy pocos se atrevieron a confrontar por aquel entonces. Estudiar un aucinógeno raro del Amazonas nada menos que dándolo a voluntarios sanos, en aquel entonces, fue algo realmente extraordinario. Hoy en día quien más quien menos sabe que se hacen estos estudios y muchos de los que estamos en el mundillo sabemos de alguien que ha participado en algún estudio en el que le han dado drogas, pero esto hace 20 años era impensable. Y Jordi hizo de pionero. Y me consta que no fue nada fácil. Detrás de cada estudio de este tipo hay una montaña de burocracia y mucha gente (funcionarios) a la que convencer. Relacionado con esto, destacaría también el ímpetu natural con el que abordó estos temas. Lo que le movía era una profunda inquietud intelectual, para poder entender cómo es posible que algunas moléculas tengan efectos tan potentes sobre la percepción. Creo que esa imagen del científico intentando entender fenómenos que se resisten a ser explicados cristalizó en la figura de Jordi, y es algo que se tiene que valorar, pues la mayor parte de personas que se dedican a la ciencia ya no lo hacen por esos motivos, sino por “mejorar” algo, crear algo, o incluso simplemente tener un sueldo haciendo investigaciones espúreas.

Creo que también es remarcable el compromiso de Jordi con lo que hacía. Trabajaba muchas más horas de las que le pagaban, se hacía cargo de muchas más tareas de las que en principio tenía que hacer, e iba muchísimo más allá que otras personas en el mismo cargo o posición. Realmente era incansable y no solo eso, sino que además su estilo escribiendo artículos, su conocimiento sobre técnicas de neuroimagen o de farmacocinética también eran fascinantes. Con lo que trabajar con él significaba estar al lado de un genio ante el cual solo podías permanecer estupefacto».

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