‘Microdosis con ‘Amanita muscaria’’

‘Microdosis con ‘Amanita muscaria’’

El mayor estudio sobre el hongo psicoactivo ha sido escrito por una investigadora rusa bajo seudónimo desde su ‘dacha’ en Siberia

La Amanita muscaria, conocida en España como “matamoscas”, está presente en todas partes. Aparece como estatuas de jardín, disfraces de Halloween, papel de regalo y fundas para móviles. En la cultura popular es omnipresente en los Pitufos, en la versión de Tim Burton de ‘Alicia en el País de las Maravillas’, en ‘Fantasía’, de Disney, y como el icónico hongo de Super Mario. Aunque la mayoría de las personas utilizan la frase “hongo mágico” para referirse al menos colorido ‘Psilocybe cubensis’, los debates sobre los ‘niños santos’ casi siempre están marcados por el emoji de Amanita: 🍄.

A pesar de esta omnipresencia en la representación, hay muchos malentendidos sobre la A. muscaria. El ilustre micólogo Paul Stamets ha nombrado a la Amanita como «uno de los hongos más peligrosos que alguien puede comer». De hecho, la gente que consume este hongo por sus efectos psicoactivos tiene preocupaciones de seguridad que no son habituales de los psicodélicos clásicos, preocupaciones que hacen más crítico tener un acompañante y un entorno seguro al interactuar con este hongo.

Los comentarios sobre A. muscaria están llenos de debates sin resolver, inexactitudes, especulaciones y rumores, en parte fomentados por la propaganda prohibicionista en Occidente y especialmente en Rusia, cuna del chamanismo siberiano, que la URSS intentó erradicar durante el oprobioso período estalinista.

Con el propósito de arrojar luz y disipar mitos sobre la Amanita, una médico y activista rusa llevó a cabo entre 2020 y 2023 el mayor estudio hasta la fecha sobre la microdosificación del hongo. Más de 12.000 personas han aportado sus experiencias con la Amanita, experiencias que han sido recopiladas por Baba Masha Some, seudónimo de la autora, que oculta su identidad para protegerse de las leoninas leyes prohibicionistas de Rusia, país en el que difundir información sobre psicoactivos es considerado propaganda de narcóticos y puede acarrear duras penas de cárcel.

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