El término ‘chamán‘, que hoy en día se utiliza para denominar a los vegetalistas que trabajan con plantas maestras, especialmente en Latinoamérica, tiene su origen en Rusia, más concretamente en la vasta región de Siberia, cuna de un animismo milenario que utilizaba la Amanita muscaria como planta -en este caso “hongo”- visionario.
Pero el chamanismo siberiano estuvo a punto de ser aniquilado por la Unión Soviética, especialmente durante el largo y sangriento período en el que Josef Stalin llevó las riendas de la URSS y la represión de los “enemigos de la revolución” acabó con la vida de decenas de millones de personas, una sangrienta purga que tuvo lugar, precisamente, en los campos de trabajo de Siberia, el terrible Gulag. Entre los represaliados estuvieron un número indeterminado, pero que los historiadores calculan del orden de decenas de miles, de chamanes y curanderos siberianos, considerados a partir de los años 30 miembros de una “religión organizada” y, por tanto, enemigos del “pueblo”, esa entelequia encarnada en los soviets y dirigida con puño de hierro por Stalin.
«En la URSS sucedió algo parecido a lo que pasó en México tras la conquista por los españoles: la Inquisición hizo la guerra a los hongos psilocibe, pero se conservó secretamente hasta nuestros días. También en Siberia mataron a millares de chamanes pero se conservó el uso hasta hoy, que existe un renacimiento por parte de los Koriakis de Siberia», explica el antropólogo e investigador de las drogas Giorgio Samorini.
Para demonizar a los chamanes y sus prácticas, los comisarios soviéticos urdieron un plan propagandístico que pasaba por ‘mortalizar’ la Amanita muscaria, la droga más usada por los chamanes siberianos, el clásico hongo rojo con motas blancas que muchos siguen creyendo -equívocamente- que es venenoso:
«La mayor parte de los rusos cree que la Amanita muscaria pertenece a la categoría de los hongos venenosos, por efecto del soviet. Los soviéticos hicieron una gran guerra contra los chamanes y contra su droga principal, la Amanita muscaria. ¿Cómo se hace esto? Inventando historias de gente que se ha muerto, sobre todo en las áreas donde no se utiliza más como hongo visionario -explica Samorini. Sin embargo y muy al contrario, explica el estudioso «hay muy pocos casos registrados de muertes por Amanita, y yo no encontré ni un caso creíble de muerte por el hongo. No es un hongo mortal, entra dentro del gran grupo de fuentes visionarias».
Los propaganda sovética de la época cataloga errónea y maliciosamente a la Amanita como seta venenosa y, de paso, exhibe al chamán como un ser primitivo y sospechoso: «Elige el concejo de trabajo local. No dejes al chamán y al kulak», puede leerse en este póster:
Imagen: Soviet Posters.
Según los antropólogos fieles al régimen comunista [Boragas et al], «los chamanes no eran sino agentes ideológicos de los intereses de los indígenas más acomodados y, por lo tanto, debían ser “liquidados”», describe el también investigador Andrei A. Znamenski en su tesis doctoral ‘Los primitivos como enemigos de clase: el chamanismo siberiano bajo en comunismo en las décadas de 1920 y 1930’ para la Universidad de Memphis.
«A los chamanes no sólo se les privó de sus derechos y se les prohibió curar a la gente sino que también fueron exiliados en los campos de trabajo. Además, con frecuencia, tanto los guías espirituales y miembros de sus familias eran condenados al ostracismo. Practicantes espirituales siberianos eran declarados parásitos que vivían de las masas trabajadoras y fueron utilizados como chivos expiatorios, acusados por las autoridades locales con el propósito de ocultar sus propios fracasos económicos y políticos», escribe Znamenski.
El retorno de la Amanita
Pero los caminos de la Historia son inexcrutables y no sólo el chamanismo siberiano sobrevivió al omioso invierno estalinista, sino que la Amanita muscaria acabó convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra el régimen comunista durante los años ochenta, poco antes de la descomposición de la URSS:
Como sucedió en México con el peyote y en Los Andes con el San Pedro, los agentes represores -la Inquisición en el Nuevo Mundo y el Partido Comunista en Siberia- no lograron desarbolar el árbol del conocimiento vegetal. Y no, la Amanita no es mortal, pero tómala con moderación, es tu responsabilidad.
Con información del ‘Encuentro de saberes, experiencias y prácticas con hongos y plantas maestras’ organizado por la Fundación Consciencia VIBA de Colombia y ‘Los primitivos como enemigos de clase: el chamanismo siberiano bajo en comunismo en las décadas de 1920 y 1930’.
Imágenes de Soviet Posters, Russia Beyond y Giorgio Samorini.