En 1985, Jeremy Narby era un joven antropólogo “materialista” cuando estaba preparando su tesis doctoral, consistente en un estudio sobre el “uso racional” que hacían los ashaninka de los recursos de la selva peruana, un trabajo con el que el académico trataba de proteger a esta etnia de la depredación de los colonos y el estado peruano durante los años 80, cuando el país pretendía “conquistar” la “improductiva selva” en manos de “pueblos primitivos” como los citados ashaninka o sus vecinos, los shipibo-konibo.
Pero el materialismo de Narby se desvaneció en el momento que se inició en la ayahuasca, la “televisión de la selva”, tal y como la definió Ruperto Gómez, su informador en el área. “No puedes entender cómo percibimos la naturaleza si no has probado la ayahuasca”, le dijeron quienes iban a ser el objeto de su estudio, los pueblos ashaninka.
De aquella iniciación surgió un libro apasionante, ‘The Cosmic Serpent’, publicado por primera vez en 1998 y que Errata Naturae acaba de publicar en castellano en una cuidada edición, ‘La Serpiente Cósmica, la alucinante historia de la ayahuasca, el ADN y el origen del conocimiento’, con traducción de Alberto Chirif.
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