Uno de los efectos más desconcertantes de la ayahuasca es que, en ocasiones, parece permitirnos “leer” la mente de otras personas o “transmitir” ideas sin necesidad de hablar. La descripción de este fenómeno no es anecdótica sino muy frecuente en la literatura científica, hasta el punto de que el principio activo de la ayahuasca (Banisteriopsis caapi) fue bautizado como “telepatina”, allá por 1915.
El término fue acuñado por el insigne botánico colombiano Rafael Zerda Bayón, y aparece por primera vez en su escrito ‘Informes sobre mi excursión científica en las regiones colombianas de Caquetá, Bogotá, Colombia’*. Sin embargo, persiste el error de atribuir el descubrimiento al etnobotánico norteamericano Richard Evans Schultes, que empezó a utilizar el término “telepathine” durante los años 40 del siglo pasado. Dado que Schultes estudió el yagé en Colombia, es muy probable que conociera los estudios y escritos de Zerda Bayón tres décadas antes.
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