Chico y Eliane: Amazonía, el centro del mundo

Chico y Eliane: Amazonía, el centro del mundo

Los caminos cruzados de Chico Mendes y Eliane Brum muestra cómo la Amazonía es el centro del mundo y símbolo de la lucha por la vida y el futuro

Dijo que iba a ducharse, tomó la toalla que le había regalado por su cumpleaños y se dirigió hacia la puerta. Vio que estaba oscuro, cogió una linterna. Y al abrir le dispararon. 

Así relataba su viuda, Ilzamar, lo sucedido la noche del 22 de diciembre de 1988, en la que Chico Mendes fue asesinado a manos de Darcy Alves por orden del padre de éste. Ambos, acérrimos enemigos del movimiento seringueiro, eran sicarios sin escrúpulos y conocidos usurpadores de tierras reconvertidos en fazendeiros, al amparo de la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985.

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Chico Mendes, un hijo de la selva

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HUYENDO DEL ÁRIDO NORESTE

Principios de la década de 1920. A sus doce años, Francisco huyó con su familia del árido Sertao del nordeste brasileño para recalar en el lejano Xapurí, en el territorio de Acre, extremo occidental del país y frontera con Bolivia.

Tratando de escapar de la miseria y la persistente sequía que azotaba su Estado natal, Ceará, y expulsada de su tierra por un desarrollismo depredador que les había dejado sin hogar, aquella familia recaló en pleno corazón de la Amazonía, donde a Francisco solo le quedaba una alternativa: convertirse en seringueiro, recolector de caucho.

La labor de seringueiro no era precisamente fácil. A las duras condiciones de trabajo se le unían el asedio constante de los mosquitos, la amenaza de las serpientes, y el riesgo de enfermedades. Además de la violencia impuesta por patrones de funesta memoria y mano de hierro, cuya única ley, la de la violencia, convertía aquel rincón occidental de Brasil en un verde y salvaje Oeste.

Y es que la historia de Acre está ligada a la del caucho. Territorio en disputa con Perú y Bolivia durante décadas, acabó en manos de Brasil tras el tratado de Petrópolis de 1903. Desde finales del siglo XIX, la llamada fiebre del caucho había atraído a miles de buscavidas en pos de una tierra nueva en la que cambiar su suerte. Aquel éxodo permitió a Brasil hacerse con una las zonas más ricas en hevea brasilensis, árbol del que se extrae el preciado látex, de toda la región.

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Amazonía: crónica de una abundancia olvidada

Amazonía: crónica de una abundancia olvidada

El dominico Gaspar de Carvajal, capellán de la famosa expedición de Francisco de Orellana, fue el autor de la primera crónica europea sobre el río que hoy conocemos como Amazonas. 

La trama es conocida. En 1541 Francisco Pizarro, gobernador del Perú, envía a su hermano Gonzalo en busca del ansiado País de la Canela

Sin tener ni idea de hacia dónde ir, Gonzalo da tumbos durante semanas por las estribaciones orientales y selváticas de Los Andes. La densidad de las tierras bajas, la humedad asfixiante, y el acoso perpetuo de los mosquitos, no tardan en minar la expedición. “La mayoría de los caballos mueren pronto, al igual que muchos de los porteadores indios, debido a las extenuantes condiciones de trabajo en una tierra a tres mil metros por debajo de su fresco y montañoso hogar”. (Mann, 2006)

Los avatares del camino llevan a Pizarro y a sus cada vez menos hombres a navegar por las aguas del Río Napo, tributario de la cuenca alta del Amazonas, mientras se internan en la profundidad de la selva hasta perderse por sus laberintos. Es entonces cuando se decide que Orellana, segundo de la expedición, continúe río abajo con un grupo a su mando en busca de víveres, mientras el resto se queda con Pizarro a la espera de un regreso que jamás tendrá lugar, puesto que Orellana y su avanzadilla, de la que forma el cronista Carvajal, tienen por delante más de siete mil kilómetros y ocho meses de odisea fluvial, hasta la desembocadura del gran río en el lejano Océano Atlántico.

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‘Terra preta do indio’, el oro negro de la Amazonía

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Germà García, sociólogo intercultural y ambiental

En 1954 la prestigiosa arqueóloga estadounidense Betty J. Meggers publicaba  el artículo Environmental limitation on the development of culture, en el que señalaba la escasa fertilidad natural del suelo amazónico como el factor limitante en el desarrollo demográfico de las sociedades humanas. Posteriormente, en 1971, Meggers ahondaba en la misma idea en el libro Amazonia. Man and Culture in a Counterfeit Paradise, afirmando que los suelos amazónicos, en su mayoría ácidos y pobres en nutrientes, no pudieron albergar una agricultura a gran escala, ni alimentar a grandes poblaciones con sociedades complejas.

El paradigma representado por Meggers, llamado determinismo ambiental, fue el predominante en la visión de las ciencias sociales sobre el pasado de la región amazónica hasta bien entrado el siglo XX. Y, de alguna manera, lo sigue siendo en el imaginario popular, en el que solemos pensar en las antiguas poblaciones amazónicas como pequeños grupos humanos, perdidos en una vasta inmensidad verde.

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