Un “infernal brebaje” llamado “ayaguasca”: La primera descripción de la ayahuasca por un misionero jesuita

La “ayaguasca” es un “infernal brebaje de singular eficacia para privar el sentido” que un “hechicero (…) puede probar del cocimiento sin privarse de juicio para llevar con formalidad la función y regir el coro”. Una vez la bebida hace efecto, el “adivino”, “repite muchas veces el embustero las mismas palabras,… bebe éste otra vez y carga mas la mano; transportado casi enteramente, empieza, como loco y furioso á gritar, parlar sin concierto y hacer ademanes y visajes, hasta que cae redondo en la cama ó tabladillo; todo lo que dice cuando esta ya privado lo tienen por oráculo…”

Esta es la descripción que hace el misionero jesuita José Chantre y Herrera (1731-1801) de una toma de ayahuasca en el siglo XVII, en algún punto indefinido de la selva entre los actuales Venezuela y Brasil, y que se considera la primera descripción de los efectos de esta bebida realizada por un europeo.

Curiosamente, Chantre hablada de oídas, pues nunca estuvo en América, y sus fuentes son de una crónica casi un siglo anterior, ‘El Marañón y Amazonas, Historia de los descubrimientos, entradas y reducción de naciones’, del también misionero Manuel Rodríguez (1633-1701), publicado en Madrid en 1684.

El extracto completo del texto de Chantre, tal y como lo transcribe el etnobotánico Constantino Torres en su estudio ‘Probable Prehistoria, Rastreando los orígenes de la ayahuasca, el yagé y bebidas análogas’ (2019), dice así:

“En otras naciones se destina una noche entera para la adivinación. Para este efecto señalan la casa mas capaz del contorno porque ha de acudir mucha gente a la función… El adivino cuelga su cama en medio… y pone al lado un infernal brebaje, que llaman ayaguasca, de singular eficacia para privar de sentido. Hácese un cocimiento de vejucos ó hierbas amargas, que con el mucho hervir ha de quedar muy espeso. Como es tan fuerte para trastornar el juicio en poca cantidad, la prevenida no es mucha, y cabe en dos pocitos pequeños. El hechicero bebe cada vez una pequeñísima poción, y sabe muy bien cuantas veces puede probar del cocimiento sin privarse de juicio para llevar con formalidad la función y regir el coro…

Dispuestas asi las cosas, toma su asiento el adivino en medio de los hombres y á vista de todos echa en un vasito pequeño del cocimiento prevenido y bebe una ó dos veces sin hablar palabra. A poco tiempo hace operación el ayaguasca, empieza á calentarse y da principio á una cantinela… Repite muchas veces el embustero las mismas palabras,…bebe éste otra vez y carga mas la mano; transportado casi enteramente, empieza, como loco y furioso á gritar, parlar sin concierto y hacer ademanes y visajes, hasta que cae redondo en la cama ó tabladillo; todo lo que dice cuando esta ya privado lo tienen por oráculo…”

Las siguientes menciones llegan poco después, también en el siglo XVIII. La primera corresponde al también jesuita italiano Pablo Maroni (1695-1757), destinado en la zona del río Amazonas en torno a 1738-1740, y que atribuyó cualidades adivinatorias a la ayahuasca, una descripción no muy diferente a la que hizo Chantre:

“Para adivinar, usan beber el zumo, unos de floripondio blanco, que por la figura llaman tambien Campana, otros de un bejuco que se llama vulgarmente ayahuasca, ambos muy eficaces para privar de los sentidos, y aún de la vida, en cargando la mano. (Deste usan tambien a veces para curarse de enfermedades habituales, principalmente de dolores de cabeza). Bébele, pues, el que quiere adivinar con ciertas ceremonias, y estando privado de los sentidos boca á bajo, para que no le ahogue la fuerza de la hierba, se está así muchas horas y á veces aun los dos y tres días, hasta que haga su curso y se acabe la embriaguez. Pasada esta, hace refecsion (sic) de lo que le representó la imaginativa, que sola y á ratos le debe quedar para delirar, y esto es lo que da por hecho y lo propala como oráculo”.

Un tercer ejemplo, también recogido en su artículo por el arqueólogo chileno Manuel Torres, es el del misionero jesuíta austriaco Franz Veigl (1723-1798), que residió en Ecuador entre 1755 hasta 1767. En su libro ‘Historia detallada de la provincia de Maynas’, describe además de la ayahuasca, el uso de floripondio (Brugmansia) y tabaco. Veigl incluye a la ayahuasca en su discusión de los “vegetales nocivos:

“(…) Cabe mencionar en primer lugar la hayac-huasca, lo que significa ‘soga amarga,’ empleada únicamente para practicas supersticiosas y hechiceríasLos indios al tomar el brebaje con no sé que ritual, van cayendo en prolongado estado de completa inconsciencia”.

Enlaces:

‘Probable Prehistoria, Rastreando los orígenes de la ayahuasca, el yagé y bebidas análogas’, Constantino Manuel Torres, 2019

-‘José Chantre y Herrera’, Wikipedia.

4 pensamientos sobre “Un “infernal brebaje” llamado “ayaguasca”: La primera descripción de la ayahuasca por un misionero jesuita

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *