¿Es la ayahuasca una bebida milenaria, como suele afirmarse, o tal vez su uso es bastante reciente, poco más de un siglo, como aseguran algunos estudios antropológicos ampliamente aceptados? El historiador e investigador Carlos Suárez-Álvarez acaba de publicar un documentado artículo en el que rebate la hipótesis de la reciente adopción de la ayahuasca entre los pueblos indígenas del Alto Amazonas, una posibilidad defendida por Peter Bow, Brabec de Mori y, finalmente, Glenn Shepard Jr.
En su artículo, Suárez-Álvarez presenta «datos históricos, etnográficos y lingüísticos que proporcionan fundamentos para una interpretación diferente. Prestaré especial atención al caso de los Shipibo-Conibo, que es crucial debido a su posición central en el río Ucayali. Si fuera demostrable que no usaron ayahuasca hasta el siglo XIX habría una base sólida para considerar que el auge del caucho tuvo un papel fundamental en la difusión de ayahuasca por toda la región.»
Peter Gow marcó la pauta con su artículo ‘River people: shamanism and history in Western Amazonia’ (1994) en el que sugería que el chamanismo de ayahuasca era un fenómeno reciente entre los Piro y los Campa del Bajo Urubamba y probablemente llegó a la región durante el auge del caucho a principios del siglo XX, a través de poblaciones mestizas que migraron al área. «Gow reconoció que su hipótesis era ‘algo especulativa’, pero esperaba que investigaciones posteriores aportaran evidencia ‘para respaldarla’», escribe Suárez-Álvarez.
El artículo de Gow tuvo bastante acogida, y más tarde recibió el respaldo de sendas investigaciones de los citados Brabec de Mori (‘Tracing Hallucinations’) y Glenn Shepard Jr.
El problema reside en que ninguno de los tres autores «tuvieron en cuenta las fuentes disponibles historiográficas que escribieron los misioneros franciscanos y jesuitas tanto en la cuenca del Ucayali y en las “reducciones” (misiones) de Maynas», explica Carlos Suárez-Álvarez en conversación telefónica.
Carlos Suárez-Álvarez, autor de ‘The Age of the Onanya’.
De haber revisado estas crónicas -por otro lado, fácilmente accesibles, si bien están en español- «probablemente no habrían llegado a las conclusiones». Las conclusiones a las que sí llega el investigador español es que muy probablemente la bebida ayahuasca se utilizaba en toda la cuenca del Ucayali antes de la llegada de los misioneros jesuitas, en el siglo XVII y así lo confirman las crónicas de aquellos evangelizadores.
Por ejemplo, en una fecha tan lejana como 1683, el padre Lucero narra así la que podría ser la primera descripción de la preparación de ayahuasca entre los jíbaros (término despectivo para denominar a los pueblos shuar del Ecuador), que si bien no se asientan en la cuenca del Ucayali sí están dentro del área de influencia de las misiones de Maynas.
«Juntan estas plantas, la datura, la guayusa y el tabaco, que también inventó el demonio, y las cocinan de forma que el poco zumo que queda viene a ser la quintaesencia de la malicia».
Unos años antes, en 1661, otro jesuita recogía esta otra práctica de curanderismo en las misiones del Maynas, tal y como recogen los ‘Informes de jesuitas en el Amazonas’, recopilados por Francisco de Figueroa:
«Para sanar, el médico se mete dentro de una mosquitera, en una hamaca, al lado del paciente que también está acostado. Allí, canta con voz en falsete, llamando a pájaros y animales para que les den salud, o llama al alma del paciente, diciendo: “No te vayas, no te vayas”. Con ese propósito, reúne a la gente del pueblo para ayudarle a cantar. Después de eso, sopla o succiona el área dolorida, o aplica hierbas».
«Esta misma descripción la hubiera podido realizar yo en el siglo XX asistiendo a una ceremonia de ayahuasca, porque concluyen básicamente los mismos elementos: un médico profesional que es pagado por curar a una persona, que se reúnen en las noches en una sesión pública a tratar a esa persona mediante, los cantos, el soplo de humo de tabaco y chupar o absorber los males del cuerpo», apunta Suárez-Álvarez.
¿Por qué no hay apenas alusiones a la ayahuasca en los siglos XVII y XVII en la literatura científica y antropológica? Uno de los motivos es el propio término “ayahuasca”, palabra del quechua que identifica actualmente la bebida en todo el mundo pero que no necesariamente es la única usada, menos aún hace cuatro siglos. Según explica Suárez-Álvarez en el artículo ‘The Age of the Onanya’, los Shipibo-Conibo denominan ‘camaranti’ a una variedad botánica de la liana, un término emparentado con ‘kamarampi’, la palabra de los pueblos indígenas de habla arawak, vecinos de los Shipibo para denominar la ayahuasca y que significa literalmente “medicina para vomitar”.
¿Una bebida milenaria?
¿Es la ayahuasca una bebida milenaria? Carlos Suárez-Álvarez reconoce que, con la información disponible actualmente, no es posible datar el origen geográfico ni establecer el marco temporal del origen de la bebida, si bien «pruebas genéticas de la planta puedan avanzar bastante en este conocimiento».
Por otra parte, su investigación sirve para derribar otro mito: «Los pueblos indígenas de la Amazonía son cualquier cosa menos remotos. Desde el siglo XVI han estado en permanente contacto con la sociedad global, muchas veces de manera muy traumática que han afectado de manera crítica y crucial a las sociedades, que ha habido cambios cambios de enorme calado en las sociedades amazónicas desde que llegaron los europeos y que esos cambios siguen sucediendo en la actualidad».
Enlaces:
–’The Age of Onaya’, Carlos Suárez-Álvarez, Tipití, Journal of the Society for the Anthropology of Lowland South America, Vol. 19. Iss 2.
–’Que el verdadero chamán dé un paso al frente’, Plantaforma, 31 de julio de 2020.
–‘Tracing Hallucinations’, Brend Brabec de Mori, 2011.
–’Los enigmáticos orígenes del uso de la ayahuasca’, Plantaforma, 21 de diciembre de 2022.