Allan Finney comenzó su “viaje sanador” con ayahuasca a los 59 años, hace siete, con un linaje de chamanes shipibo en Perú. Este periodista y productor de televisión de la Columbia Británica (Canadá), regresó a su país y observó que la ayahuasca era ilegal, contraviniendo las Convenciones de la ONU sobre Estupefacientes, que reconocen que el brebaje amazónico no está prohibido. ¿Cómo ocurrió esto? «Se trata de la industria farmacéutica, de los grandes intereses corporativos. No quieren ver a la gente sanándose con ayahuasca», responde Finley en esta entrevista que mantuvimos vía Zoom la semana pasada.
Para intentar conseguir una licencia para el uso de la ayahuasca tradicional en Canadá, hace tres años fundó Companionship for the Sacred Vine (CSV), una religión que permita la apertura de centros de ayahuasca de la tradición shipibo en todas las provincias del Canadá.
¿Por qué una religión? «Porque es la única posibilidad legal que permite Canadá para importar ayahuasca», explica Finley. Para presentar batalla legal en el Tribunal Supremo, y, eventualmente, denunciar a Health Canada, la CSV ha puesto en marcha una campaña de crowdfunding que trata de recaudar 20.000 dólares.
Puedes escuchar la entrevista completa aquí:
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