El renacimiento psicodélico está en boca de todos y en los divanes de algunos, de momento, privilegiados. La desigualdad en el acceso a los psicodélicos y la llamada “excepcionalidad psicodélica” son algunos de los temas que trata Albert Casasayas en su nuevo libro ‘Luces y sombras del renacimiento psicodélico’, que publica Revista Ulises y que puede leerse gratuitamente en su página web, Universo Ulises.
Albert Casasayas es profesor de español y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Santa Clara (California, EE.UU.) y, como él mismo reconoce, un recién llegado a esto de la psicodelia o -según Juan Carlos Usó, prologuista del libro- un “neoconverso”. Precisamente, esta mirada novedosa a los psicodélicos es una de las grandes virtudes de un libro que, en palabras de su autor, no pretende ser académico sino situarse «a media distancia», no desde la perspectiva de quienes llevan mucho tiempo en las comunidades psicodélicas, pero sí más allá de la «opinión de los medios generalistas, muy sesgada en su discurso antidrogas».
Albert atiende a Plantaforma, vía Zoom, desde California, donde ya prepara el inminente curso escolar mientras sigue indagando en el complejo, fascinante y muchas veces paradójico mundo de las drogas visionarias.
«La industria antidroga mueve millones en Estados Unidos»
‘Luces y sombras’ incorpora una feroz diatriba contra la guerra contra las drogas, una voz más que se suma al coro de los que llevamos tiempo denunciando el siniestro experimento puesto en marcha por Richard Nixon hace cinco décadas: «Esa salvajada neocolonialista que es la guerra contra la droga ha causado estragos en toda Latinoamérica».
Si es indudable que los carteles de la droga mueven grandes cantidades de dinero, no es menos cierto que -según denuncia Casasayas- «la industria antidroga constituye un aparato judicial, carcelario y médico que mueve millones en Estados Unidos. Nadie se cuestiona que los grandes medios que escriben contra la droga lo hagan desde una perspectiva sesgada. Los grandes medios suelen ser propiedad de conglomerados que tienen intereses económicos en otros sectores, incluidos el carcelario y securitario».
Crecimiento espiritual vs drogadictos degenerados: la “excepción psicodélica”
El libro tampoco pasa de puntillas sobre un fenómeno digno de estudio: a medida que se extiende y se desestigmatiza su uso, los psicodélicos van desprendiéndose de su antiguo marchamo de “droga” y convirtiéndose en “medicina” (si bien en inglés el término “drug” contempla ambas acepciones), creando una suerte de elite psicodélica que, por cultura y extracción social, trata de distinguirse de los usuarios de otros psicoactivos que se perciben como más adictivos. Es la llamada “excepción psicodélica” de la que habla Carl Hart en su libro ‘Drug Use for Grown-Ups’, cuya lectura Casasayas recomienda con entusiasmo:
«Ciertas cosas, y esto no se limita al mundo de los psicoactivos, se perciben negativamente dependiendo de quién lo hace: consumir psicoactivos se representa como un ejemplo de vicio y degradación social cuando lo hacen las clases bajas, pero cuando las clases medias y altas consumen psicodélicos, entonces es que buscan la sanación de traumas y como expansión espiritual».
«De repente, aparecen individuos en Silicon Valley que comienzan a usar la microdosis con finalidades productivas o de ‘expansión de la creatividad’, en tanto comunidades de la esfera de la New Age hablan de ‘sanación holística’ con las plantas maestras. Se trata de modalidades de consumo bastante exclusivas, mientras las comunidades menos favorecidas, que no usan ‘medicinas’ sino drogas, continúan siendo violentamente aplastadas por la acción policial. No podemos soslayar la dimensión social en el uso de psicoactivos», explica Casasayas, quien defiende en su libro que la liberación debería ocurrir con las múltiples clases de psicoactivos, o no será una verdadera liberación.
Portada del libro publicado por Ulises Ediciones Expansivas. El autor, Albert Ribas, durante la presentación del mismo en Barcelona.
«No hay pastilla que pueda curar la estructura tóxica del capitalismo alienante»
En este mismo sentido, «la investigación centrada en veteranos con PTSD (MAPS) ha dejado de lado a grupos menos favorecidos y más abundantes, como los adictos porque tienen peor reputación social», escribe Casasayas (pág. 89) en ‘Luces y sombras’.
No obstante, y he aquí otra sombra del renacimiento psicodélico, no podemos pretender que una pastilla psilocíbica pueda curar la alineación que genera el sistema capitalista:
«Si vivimos en una estructura tóxica como la de un capitalismo alienante, esto no hay pastilla que pueda curarlo. Necesitamos querer y ser queridos, conectar y compartir con nuestro entorno de maneras significativas, con abrazos y risas. Buen humor y buen amor, digo. Nada que esté en condiciones de proveer un sistema que trata de colonizar y monetizar hasta los aspectos más íntimos de la experiencia humana, desde apps de citas hasta el contenido más profundo de nuestra psique».
Manuel Almendro y Albert Ribas, durante la presentación de ‘Luces y sombras’ en la sede del Instituto Transpersonal Integrativo de BCN.
Luces y sombras de Decriminalize Nature
Decriminalize Nature es uno de los actores insoslayables al hablar del renacimiento psicodélico en Estados Unidos. Esta organización surgida de la sociedad civil ha conseguido notables logros en la descriminalización de las plantas psicoactivas en distintas ciudades de EE.UU. (Oakland, Seattle, Detroit, Denver…) pero también ha tenido un agrio enfrentamiento con la Iglesia Nativa Americana (Native American Church) por promover el consumo del peyote, considerado un sacramento por los descendientes de los pobladores originales del país:
«Respeto a Decriminalize Nature por el indudable éxito que han tenido en la descriminalización de las plantas maestras en varias ciudades de EE.UU. Por otro lado, el año pasado sacaron un manifiesto diciendo “Todos somos nativos para la madre tierra, todos somos indígenas”. Eso suena muy bonito, pero desde un punto de vista social los que han sufrido siglos de discriminaciones, persecuciones y violencia económica, judicial, política y cultural son los asignados socialmente indígenas. Es muy bonito decir que para la madre tierra todos somos indígenas cuando eso beneficia a tus intereses».
Por otro lado, apunta el escritor, «en Real de Catorce (San Luis Potosí, México) se está produciendo una pérdida considerable de plantas de peyote en estado salvaje, y hay antropólogos en el terreno que acusan a la Native American Church de ser los principales promotores de esta extracción ilegal».
«Es un tema muy espinoso. La NAC es una religión sincrética relativamente reciente pero algunas de cuyas prácticas tienen un arraigo ancestral. Sus miembros sufrieron hasta hace muy pocas décadas discriminación, persecuciones judiciales y desprecio por la actitud de superioridad cultural de la mayoría blanca. Que la pertenencia a un credo religioso te asegure derechos especiales sobre una planta resulta difícil de defender en un ámbito constitucional teóricamente laico. Por otro lado, tiene que ser realmente irritante que algo que es sagrado para ti y por lo que tu comunidad ha sufrido abusos de repente se convierta en un objeto de consumo cuando esa mayoría blanca descubre sus virtudes. Peor todavía cuando se trata de una planta en peligro de extinción. Pero advierto en algunos argumentos de la NAC y organizaciones aliadas una confusión entre credo religioso y etnia. Hay además algunas posiciones que no consigo entender: la oposición al cultivo personal de cactus de peyote (lophophora williamsii) y tampoco la oposición a la descriminalización de la huachuma o cactus de San Pedro (echinopsis pachanoi). Según entiendo, estas acciones contribuirían a disminuir la presión sobre el peyote salvaje.».
No te pierdas ‘Luces y sombras del renacimiento psicodélico’, gratis en Universo Ulises.