Rosa Giove, la mujer que nos enseñó a ser humanos

Rosa Giove, la mujer que nos enseñó a ser humanos

«He cruzado ya el río,

y debo volver a salvo.

Voy a disfrutar la vida

sin olvidarme de la muerte».

Rosa Giove

Durante la tarde de ayer y a lo largo de todo el día de hoy las redes se llenaron de condolencias tras el anuncio del fallecimiento de la doctora Rosa Giove, cofundadora y pilar esencial del Centro Takiwasi, el más veterano y respetado de la selva amazónica, en Tarapoto, Perú. Rosa Giove falleció el 7 de marzo por las complicaciones médicas derivadas de un cáncer contra el que luchó los últimos cuatro meses, según anunció en las redes su hijo Roberto Vecco Giove.

La doctora Giove llegó al corazón de la selva peruana hace más de 40 años, desde su Lima natal, y no tardó en descubrir que sus conocimientos médicos se enriquecían día a día en su consulta gracias a sus propios pacientes, herederos de la medicina tradicional amazónica, «una forma de curar vigente y efectiva», según reconoció en una entrevista años atrás. Este descubrimiento le incentivó a buscar puntos de encuentro entre la medicina moderna y la tradicional «para enriquecer la práctica médica habitual».

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Coca y ayahuasca, ¿mismo destino?

Coca y ayahuasca, ¿mismo destino?

El doctor Jacques Mabit fundó hace 29 años el Centro Takiwasi en Tarapoto (Perú), por derecho propio uno de los núcleos de emanación de ciencia ayahuasquera más importantes del mundo. Libros Enteogénicos acaba de publicar el libro ‘Plantas Medicina y Clínica Terapéutica’, una compilación de artículos del doctor Jacques Mabit en el que penetra con el bisturí de su ciencia chamánica en las plantas psicoactivas peruanas, de la ayahuasca al tabaco, pasando por la coca o la marihuana (¿ángel o demonio?).

A continuación, presentamos un extracto de uno de los capítulos del libro: ‘Coca y ayahuasca, ¿mismo destino?’, en el que el autor traza un audaz y provocativo paralelismo entre dos plantas sagradas bien distintas pero sobre las que se ciernen amenazas análogas, las derivadas de la «apropiación ilegítima» por parte de la sociedad occidental y a la «ilusión espiritual» propiciada por las corrientes de la New Age. La ayahuasca, asegura Mabit, «oculta una potencial toxicidad mental y espiritual mucho mayor» que la coca.

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